El domingo, escapada hasta Rabanal. Aparcar, cargar bien la mochila con ropa y calzado para cambiarse, y en vez de los diez minutos caminando para llegar hasta el pie de vía, fueron más de media hora enterrándose primero hasta la rodilla y después hasta la cintura. El esfuerzo tuvo su recompensa, un excelente día de escalada, al sol, en sus vías secas (la mayoría).
Desde el Huerna, mirando a Ubiña, impresionante.
El lunes de tarde, una breve escapada a Rioseco para hacer unas series en las vías secas.
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