A las 6 de la mañana, tras
preparar la logística, comenzamos a correr en Soto de Agues, destino Retriñón.
En dos horas y media estamos en su cumbre. Empezamos lloviendo y entre niebla,
llegamos a la cumbre con un día despejado y con un vistazo circular desde esta
atalaya coyana nos damos cuenta de la nevadísima que aún hay en todo el eje
principal de la Cordillera para ser junio.
El pasado año, por estas fechas,
realizamos lo que Diego denominó la travesera de Redes, era el comienzo de un
proyecto de mayor envergadura que hace un par de años se me pasó por la cabeza:
encadenar tres cumbres en una jornada, tres cumbres que desde su atalaya se ven
bien lejos las unas de las otras. La travesera de Redes del pasado año tuvo un
recorrido de 65 km con 4700m desnivel positivo y 4300 negativo. Fue un buen
test de nuestras posibilidades, un buen test para la siguiente, uno de los
proyectos de este año.
Info de la actividad del pasado
año:
En la cumbre del Retriñón estamos
Damián y yo, esta vez vamos solos, estamos unos minutos sentados, desayunamos
tranquilamente, sabemos que nos queda un buen tute, vemos a lo lejos los picos
siguientes a los que nos dirigimos, bastante lejos, parece imposible, sin
embargo, sabemos que es ponerse y poco a poco iremos restando metros para
llegar a nuestro objetivo.
Comenzamos el descenso hacia la
vertiente allerana, una manada de venaos salen en estampida tras vernos bajar
por el monte, queremos ser como ellos pero un par de caídas nos ponen en alerta
y en nuestro sitio, el camino no es claro, cotolla, rocalla y un desnivel potente
hacen que no sea el terreno ideal para ir todo lo rápido que queremos. Los
Ondaliegos, desde aquí el terreno no mejora, todo lo contario, es cenagoso, nos
enterramos hasta las rodillas en varias ocasiones, parecemos participantes de
un reality, el nuestro es: barro, sudor y cagamentos. Así hasta llegar a la
Tabierna, aquí cogemos agua en su potente fuente y destino al Collado Piarnosa,
cruzamos la valla y nos pasamos a Caso, en la Robre vuelta al barro y así hasta
llegar a la Fuentona, ya en los Arrudos.
Mayada Roxecu, Llede, Mojones hasta el Collao Ubales, bajamos hasta el lago del mismo nombre dando un rodeo, una plancha de nieve rota en su parte superior con más de 100m de ancho nos amenaza, la bordeamos y llegamos hasta el lago, desde aquí y entre neveros llegamos al Collado Acebal y comenzamos la subida a Peña Viento, en sus últimas rampas nos da un hachazo que flipamos, creemos que vamos en cámara lenta, sin embargo ya en la cumbre vemos que los tiempos de referencia son idénticos a los del año pasado, aun llevando más de 500 metros positivos de desnivel.
En Peña del Viento el tiempo ya
no es despajado, encima de nosotros está negro, no de tormenta fijo pero
mosqueante, a lo lejos entre nieblas el Tiatordos, se ve lejísimos, pienso que
soy gilipollas al plantearnos estos retos, los conquistadores de lo inútil
decía Terray. Mi lesión de bíceps femoral parece que no se resiente, la de
Damián con su rodilla tampoco, sin embargo el agotamiento físico empieza hacer
mella, comienza el juego de la psique, los dados están lanzados. En la cumbre
barajamos distintas opciones para descender, hay nieve por el valle de
Valdevezón, no nos motiva bajar por Mericueria por su rodeo y la tercera, que
ninguno de los dos la ha realizado, la dejamos para otra ocasión. Le comento a
Damián como Loretan bajaba los ochomiles para ganar tiempo, nosotros solo
tenemos que bajar 500m de desnivel entre pedrero y nieve, para abajo, abre el
cielo, parece que la partida la podemos ganar. Llegamos a Valdevezón y
posteriormente a Brañagallones.
Volvemos a cargar agua y las piernas ya están
como maderos. En la pista aunque es de bajada tiene alguna subida y falsos
llanos, esas partes las hacemos caminando, solo trotamos en bajada y al final
los grandes desniveles también los hacemos caminando o un trote cansino,
llegamos al aparcamiento de Bezanes. Nos cambiamos de ropa, nos tiramos en el
suelo, literalmente, y degustamos el plato del Chef, veinte minutos de parada,
motivándonos. El pasado año subí al Tiatordos en chanclas y cojo…tengo que
estar muy jodido para no lograrlo, comparto el pensamiento con Damián.
Salimos de Pendones a saco, ya solo caminar, a
buen ritmo pero caminar, se acabó el trotar, el cuerpo ya no quiere responder,
solo hay una voluntad inquebrantable de llegar a la cumbre, de terminar el proyecto. Hace poco que leí el libro de Josef Ajram: No sé dónde está el límite pero sí sé dónde no está. En
ese momento pienso que mi libro sería: Ya pasé mi límite hace tiempo, y ahora
no sé qué coño pinto aquí. Seguimos para arriba como zombis, en silencio, solo
se escucha el ruido acompasado de nuestra respiración y los cuatro bastones
rozando con el suelo. Damián me recuerda, dos horas Boza, Pendones Tiatordos a este
ritmo dos horas más y echo. Entramos en la foz, un río baja por el camino, no
nos amedrenta, tampoco la niebla, más arriba tampoco la lluvia.
Damían me hace
una seña para que mire atrás, está negro en la zona del Cantu el Oso, negro de
tormenta, no quiero volver a mirar, solo quedan quinientos metros de desnivel,
cada minuto que pasa miro el altímetro del reloj, ahora hace viento, este hace
que limpie la niebla en nuestro sector.
Llegamos a la cumbre, Damián, delante, besa el punto geodésico como si de una Copa se tratase, un abrazo, unas fotos y
para abajo.
Ahora estamos contentos, cada uno absorto en sus pensamientos y sensaciones, solo queda bajar para llegar a
nuestro vehículo. Ya no miramos ni el cielo, no nos molesta la niebla ni la lluvia, no importa nada, en cada paso hacia abajo hay un dolor en los cuadriceps, es la penitencia que hay que pagar por este gran día.
Catorce horas para recorrer entre
75 y 80 km a los que hay que añadir 5.631m de desnivel positivo y 5.445
negativos.
Una experiencia que nunca
olvidaremos, sin duda.
4 comentarios:
Espectacular actividad Alberto. Hasta me cuesta dimensionarla: la foto de Damián en la Peña del Viento con el Tiatordos al fondo impresiona.
Los andares tipo Chiquito os van a durar unos días...
Un saludo Máquina.
Hola Diego!
Es cierto, estás en el Retriñón y se te caen las pistolas cuando ves las otras dos cumbres. Estás en Peña del Viento y miras para el oeste y te descojonas, miras al norte y se te cae el alma. La foto de Damián es total. En el Tiatordos Damián me decía, mira donde están las cumbres y yo ya estaba en otro mundo, no quería ni mirar.
Lo de Chiquito, totalmente cierto, pero para mí, Damián ya anda mas recto que una vela , menudo máquina, ¡¡¡se dopa fijo!!!, menuda genética que tiene el elemento. Personalmente me queda el cuerpo muy tocado, es el precio que hay que pagar para vivir experiencias de este tipo, pero las sensaciones son inigualables.
Un fuerte abrazo.
Qué envidia, pero creo que mi forma física no está para ello de momento. Bueno, tampoco mi forma psíquica.
A ver si puedo hacer alguna con vosotros y espero que ésta no haya repercutido mucho en vuestro cuerpo...
Rober,
No digas pijadas que lo hacías fijo, es proponérselo.
La siguiente en breve y a saco...
Lo de Damián es para echar de comer a parte, yo se de uno que ya puede ir comprando un cordino para atarlo en corto por Alpes... jejeje.
Nos vemos, saludos.
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