viernes, febrero 15, 2013

Días de invierno

Llevamos un duro mes y medio de invierno, lluvias constantes, nieve a cota baja, la mayoría de los muros chorreando. Más que resina, pocas opciones quedan para escalar.


Unos días en Madrid por trabajo, uno de los días, a última hora de la tarde me acerco a una sala de escalada del centro, según entro, según salgo, en un espacio como el de mi tablón, hay el mismo número de personas pero multiplicado por diez, inmediatamente se esfuman mis ganas por tocar la resina. Mejor calzarme las zapatillas e ir a correr. Me alojo cerca del Retiro, me voy allí a gastar las suelas, antes y después de estar más de diez horas sentado, varios días. De la que voy y vengo del Retiro, paso por Génova, a primera hora de la mañana ya hay gente en su entrada, dentro caras de risa, increíblemente; fuera apostados con sus trajes azules caras serias, de currantes. La puerta de cristal de corredera automática marca las diferencias, sobre todo salariales, voy pensando en ello mientras que sus ojos se cruzan con los míos, sus miradas cortan, mi gorro de correr no les debe gustar demasiado...y mientras tanto, los de dentro se siguen riendo a carcajadas, se notan las diferencias.

El finde, también correr y pasear por el monte, en casa, paradojas de la vida, la presa cazada, agotada por su enemigo, las huellas de lobo delatan los perseguidores. Naturaleza viva, la ley del mas fuerte. Hay que ser fuerte, pero sobre todo hay que tener estrategia grupal...que se lo digan al venao, a los lobos...y a los de Génova.


Esta semana no se me olvidaban las caras de risa de los de dentro, la cara seria, quizás amargada de los de fuera, la mirada sin vida del venao...la vida continua.

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